lunes, 8 de mayo de 2017

Sobretodo, fútbol

Que es lo que más falta hace. Si, hace mucho que no entro por aquí y no porque no quiera, si no porque estaba esperando poder narrar el aprendizaje y la experiencia de un año fuera de los límites que marca mi casa. Este año trabajando fuera de mi pueblo, mi club, mi entorno y lo que algunos llaman "zona de confort" me ha servido para aprender muchas cosas (muchísimas) pero entre todas ellas destaco 2: La primera es que me gusta mucho el fútbol y cuando digo mucho es muchísimo.
Mirar si me gusta, que trabajando como entrenador, lo echo de menos. Y la segunda es que el fútbol nunca, bajo ningún concepto o por mucho que el mundo se empeñe, será de los negocios o las empresas.







Ahora paso a desarrollaros estos dos aprendizajes (podéis dejar la lectura aquí, pero viene lo mejor)

  1. El fútbol de academia (en algunos lugares del mundo) es un completo y absoluto engaño. No me matéis todavía, solo describo mi realidad y la de muchos entrenadores. Muchos de los valores aprendidos durante años de estudios, de universidad, de congresos, de charlas...etc se ve pisoteado por el fenómeno fútbol. Aquel que dice que si tengo la más mínima relación con el deporte rey, soy bueno y lo mío es lo mejor, lo tuyo no vale. Academias que sólo buscan tener jugadores porque es un ingreso más, pero que a la hora de buscar un desarrollo deportivo, se limpian las manos o (peor todavía) imponen su ley al más puro estilo Berlusconi diciendo hasta donde debe jugar ese niño porque su padre lo exige así. No señores, esto no funciona así, siento decepcionarles. El entrenador no es un monigote.
    Al que entrena dejarlo entrenar y al que vende camisetas dejarlo vender. Lo curioso es que nunca vi a Guardiola o a Mourinho en una entrevista debatir sobre si los cables del puente de San Francisco crean mejor resistencia así o de otra forma, pero cualquiera puede discutir sobre si ellos lo hicieron bien en tal partido o ficharon a tal jugador siendo un fracaso. Los ingenieros que desarrollaron el puente seguro que lo hacen. Por eso mismo digo que, a pesar de ser entrenador y entrenar durante varias horas todos los días y a diferentes grupos, echo de menos el fútbol. El de verdad. El que cada viernes o sábado te hace dormir intranquilo y darle vueltas a la cabeza sobre quién jugará, dónde, cómo lo hará el otro equipo, el clima, el campo...ayy bendita locura 
  2. Cuánto más entreno y más fútbol veo, más de acuerdo estoy y más comparto movimientos relacionados con el fútbol añejo, el de las barbas, los vigotes y las camisetas con barro. Cuánto más fútbol veo más me gustan movimientos como el del Eibar o el Rayo Vallecano (sobretodo el aficionado) y con un capítulo aparte para el Sankt Pauli, el que merecería un post sólo sobre ellos.
    Cuánto más fútbol veo más me gustan las historias de superación de centros de entrenamiento en medio de la nada, dónde solo llegan piedras, trapos e ilusión en medio de África, en zonas en guerra en medio oriente o en lugares nórdicos impracticables dónde a la vez que chutas el balón, se cae al lado de un Iceberg. No tienen botas de última generación, no tienen entrevistas, no tienen, materiales sofisticados y no tienen esos 30 euros para poder pagar una sesión de entrenamiento. Pero tienen algo que quizá, en los lugares donde todo eso se tiene, se echa en falta. Fútbol!
Creo que por hoy está bien, si estáis leyendo esto es que aguantasteis bastante y por lo tanto tenéis todo mi respeto. Espero que mis reflexiones os tuvieran un rato entretenidos y prometo que no pasarán otra vez 9 meses para volver por aquí



Nos leémos 

No hay comentarios:

Publicar un comentario